El Bombero de Arizona
17 Diciembre, 2005
Ella tomo la mano de su hijo y le preguntó:
“Billy, ¿alguna vez pensaste en lo que querías ser cuando crecieras?
¿soñaste alguna vez y pensaste en lo que harías con tu vida?“
“Mami, siempre quise ser un bombero cuando creciera”.
La madre se sonrió y dijo: “veamos si podemos hacer realidad tu sueño”.
Ese dia, mas tarde, ella se dirigió a la Estación de Bomberos de Phoenix, Arizona. Allí conoció al bombero Bob, un hombre con un
corazón grande como Phoenix. Ella le explicó el último deseo de su hijo y le pregunto si era posible darle a su hijo de seis años un paseo alrededor de la cuadra en un camión bombero.
’bombero honorario’ durante todo el día. Él puede venir con nosotros aquí a la estación, comer con nosotros, salir con nosotros cuando recibamos llamadas de incendios, por todo lo ancho. Y si usted nos da sus medidas, le conseguiremos un verdadero uniforme de bombero, con un sombrero verdadero que lleve el emblema de la estación de bombero de Phoenix, no uno de juguete, sino el emblema amarillo que nosotros llevamos y sus botas de hule. Todo eso es hecho aquí en Phoenix, así que nos es fácil conseguirlo bastante rápido.”
Tres días más tarde el bombero Bob recogió a Billy, le puso su uniforme de bombero y lo condujo desde la cama del Hospital hasta el camión bombero.
Una noche todas sus señales vitales comenzaron a decaer dramáticamente y el jefe de enfermería, que creía en el concepto hospicial que nadie debe morir solo, comenzó a llamar a los miembros de la familia para que vinieran al hospital.
Luego, recordó el día en que Billy había pasado como si fuera un bombero, así que llamo al jefe de la estación y le preguntó si era posible que enviara a un “bombero” uniformado al hospital para que estuviera con Billy mientras entregaba su alma.
Como cinco minutos más tarde, un gancho y la escalera del carro bombero, llegaron al hospital, y se extendieron hasta el tercer piso donde estaba la ventana abierta del cuarto de Billy y 16 “bomberos” subieron por ella y entraron al cuarto.
Con el permiso de su mama, cada uno de ellos lo abrazo y lo arrullaban diciéndole cuanto lo amaban.
Con aliento agonizante, Billy miro al jefe de los bomberos y dijo: “Jefe, ¿soy verdaderamente un bombero ahora?”
El jefe le respondió:”si, Billy, lo eres”.
Con esas palabras, Billy sonrió y cerró sus ojos por última vez.
Recordemos que lo que los seres humanos necesitamos es el conocimiento y el amor de Dios manifestados a través de nuestros semejantes.
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